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El asturiano que exterminó a los dinosaurios (Septiembre 2001) Asociación Ecologista GREEN. |
La asociación GREEN solicita al Gobierno del Principado, que en el nuevo museo asturiano dedicado a los dinosaurios se tenga una mención especial dedicada a Luis Álvarez y su hijo Walter Álvarez, descendientes de asturianos y descubridores del asteroide que exterminó a los dinosaurios, y otras especies hace 65 millones de años. |
Por
fin se está haciendo realidad el futuro museo asturiano dedicado a los dinosaurios. Esa
amplísima variedad de seres que parecen de otro planeta y sin embargo reinaron en esto
que nosotros, pobres simios recién llegados, llamamos Tierra. Este museo debería rendir
una mención muy especial a un hijo de asturianos, que teorizó sobre el exterminio que
puso el punto y final de la historia de los que fueron los auténticos amos del planeta,
durante mucho más tiempo que los mamíferos. Luis Álvarez nació en San
Francisco en 1911 de familia asturiana. Uno de tantos y tantísimos hijos de la
enorme diáspora astur, que ya sea por razones políticas o económicas se desperdigaron
por el mundo, y que con sus vidas escribieron reglones pequeños o grandes de la historia
del mundo. Aunque en el caso de Luis Álvarez hay que hablar de páginas enteras. Luis, se puede decir que era de los Álvarez de California, asentados en una ciudad que 5 años antes, de su nacimiento, sufrió el devastador terremoto, que la arrasó hasta los cimientos. Pero durante su infancia, Luis, pudo ver como del cataclismo y de la destrucción surgía una nueva ciudad distinta, más grande, pujante y dinámica; aunque ya nunca más sería aquel aventurero poblachón de colonos, marinos y vaqueros fundada por franciscanos españoles siglo y medio atrás, tan retratado por las películas del oeste. En su juventud se descubrió un apasionado de la física. Corrían los años de la gran Guerra Mundial y Luis se especializa en técnicas de aviación. Participó muy activamente en la investigación de sistemas de orientación aeronáutica y aterrizaje a ciegas, así como en el desarrollo del programa nuclear. Con la paz Luis se dedicó de lleno a su verdadera pasión por la física. En la universidad de Berkeley descubre numerosas partículas subatómicas, ayudando a comprender los misterios últimos de la materia. Por su trabajo logra el Premio Nóbel de física en 1968. Sin embargo su vida y la de su hijo el geólogo Walter Álvarez, sufriría un nuevo giro a finales de los 70. En 1978 varios paleontólogos hallaron en Gubbio (Italia) una gran concentración de iridio (metal muy raro en la Tierra) en un estrato de roca de hace 66 millones de años, justo el momento que marca la extinción de los dinosaurios. En los años siguientes ese mismo estrato fue encontrado en países muy distantes entre si Dinamarca, Nueva Zelanda y España. En 1980 Luis y su hijo lanzan la hipótesis que dicho metal tenía un origen extraterrestre, en concreto procedía de un asteroide que según sus cálculos tendría unos 10 kilómetros de diámetro y que, con un impacto que liberaría la energía de 50 millones de bombas como la de Hiroshima, arrasó la vida del planeta terminando con el largo reinado de los dinosaurios. Su teoría fue denostada por el mundo científico, la acusaban de espectacular y populista, denominándola "el asteroide de los Álvarez". Por aquellos años para explicar la misteriosa extinción de los dinosaurios se barajaban hipótesis tan dispares como culpar a la aparición de las plantas con flores, a cambios en el sol que causarían una glaciación, o a una gran actividad volcánica. Pero "el asteroide de los Álvarez", fue transformándose poco a poco en una realidad. Las pruebas se acumulaban y finalmente, hace sólo unos años, el lecho del Armagedon destructor se descubrió en el Yucatán. Hoy en día la teoría de los Álvarez es la hipótesis más aceptada mundialmente para explicar el punto y final de los que fueron las criaturas más grandes del planeta, que reinaron a su antojo durante cientos de millones de años y fueron exterminadas en un brevísimo lapso de tiempo por un infierno arrasador. Gracias a ese cataclismo los mamíferos lograron desarrollarse; aunque el planeta nunca volvió a ser el mismo. Algunos mamíferos hemos llegado a prosperar inconscientemente, y nuestro impacto sobre las especies ya podrá ser analizado en el futuro como una nueva extinción en masa. Sin embargo a diferencia de los dinosaurios nosotros somos animales conscientes (o al menos algunos), comprender la historia de los dinosaurios es comprender mejor nuestro presente y prevenir nuestro futuro. Al menos nosotros podemos intentar cambiar el destino. Antonio Rodríguez Dosantos |
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