La UNESCO incorpora cinco cuevas asturianas con arte rupestre paleolítico a la lista de Patrimonio Mundial
El Comité del Patrimonio Mundial hace público el histórico reconocimiento en una reunión celebrada en Québec. Las cuevas de Tito Bustillo, La Peña de Candamo, La Covaciella, Llonín y El Pindal forman parte de una candidatura conjunta de la cornisa cantábrica junto a 6 yacimientos de Cantabria y 3 de Euskadi
16-Julio-2008 Nota de prensa del Gobierno del Principado
Ciervo herido de la cueva de Candamo
Vídeo reportaje
Las cuevas asturianas de Tito Bustillo (Ribadesella), El Pindal (Ribadedeva), Llonín (Peñamellera Baja), La Covaciella (Cabrales) y La Peña (Candamo) formarán parte de la lista del Patrimonio Mundial de la UNESCO junto a seis yacimientos de Cantabria (Chufín, Hornos de la Peña, Monte Castillo, El Pendo, La Garma y Covalanas) y otros tres del País Vasco (Santimamiñe, Ekain y Altxerri). El Comité del Patrimonio Mundial de la UNESCO hizo público hoy este trascendental reconocimiento en la Asamblea General Anual que se celebra esta semana en Québec (Canadá) y a la que asiste el Director General de Patrimonio Cultural del Principado, Adolfo Rodríguez Asensio.
Este reconocimiento a las cuevas de la cornisa cantábrica con arte rupestre paleolítico se produce 23 años después de que la cueva de Altamira fuera inscrita en dicha lista. Los gobiernos de Asturias, País Vasco y Cantabria habían promovido la extensión de la actual declaración de patrimonio de la humanidad circunscrita al yacimiento de Altamira al conjunto de los yacimientos de la cornisa cantábrica de similares características. La UNESCO considera ahora que las catorce cuevas citadas reúnen condiciones de excelencia equiparables a las de Altamira, obra maestra del arte universal de todos los tiempos. Es decir, que Altamira constituye un testimonio excepcional, pero no único, de una civilización desaparecida y sólo puede ser entendida dentro de un fenómeno cultural que explica su origen y en el que se encuentra su verdadera significación: el arte rupestre paleolítico de la cornisa cantábrica.
El arte rupestre paleolítico es una de las manifestaciones culturales más relevantes de la historia de la Humanidad. Aparte de sus cualidades propiamente estéticas, la importancia de este fenómeno deriva de su carácter representativo de una etapa crucial en la evolución humana: la aparición del homo sapiens. Se trata de un fenómeno a gran escala, tanto en el espacio como en el tiempo, que cubre el vasto territorio que se extiende desde los Urales hasta la Península Ibérica y se prolonga a lo largo de unos 20.000 años (desde hace unos 35.000 hasta 11.000 años antes del presente). Su distribución, sin embargo, dista de ser homogénea, y se configura en distintos grupos bien delimitados espacialmente, cada uno de ellos dotado de ciertas peculiaridades regionales. Entre ellos destaca, por derecho propio, la denominada “región franco-cantábrica”, que reúne aproximadamente el 90% de los yacimientos conocidos, y, dentro de ésta, uno de los territorios clásicos del arte rupestre paleolítico: la región cantábrica.
Por el número y densidad de cavernas decoradas –que se preservan en un excelente estado de conservación–, por el rico repertorio iconográfico en ellas contenido, por la diversidad de técnicas y estilos documentados, por la remota antigüedad del ciclo artístico aquí desarrollado y por su milenaria perduración, la Cornisa Cantábrica se erige en un centro fundamental de la creatividad humana en el ámbito de la historia universal: uno de los territorios en que tuvo lugar el nacimiento del Arte.
La gran importancia de los yacimientos asturianos llevó al Gobierno del Principado a plantearse en los años 90 la solicitud de su inclusión en la Lista del Patrimonio Mundial Cultural y Natural, dentro del contexto de una candidatura más amplia, denominada “Arte rupestre paleolítico en la Cornisa Cantábrica”. Así, el 8 de octubre de 1997 en una reunión celebrada en Santillana del Mar, los Gobiernos de Asturias, Cantabria y País Vasco decidieron colaborar de cara a la redacción de un proyecto común que buscaba la declaración de varios yacimientos cantábricos con arte rupestre como Patrimonio de la Humanidad.
Ampliación de la Declaración de Altamira
Las tres comunidades autónomas solicitaron que dicha candidatura fuese considerada una ampliación de la declaración de Altamira de 1985, por ser éste un mecanismo que ayudaría a lograr que la propuesta fuese admitida a trámite por la UNESCO. El primer paso para conseguir dicha declaración fue la inclusión en el denominado Listado Indicativo español. El listado indicativo es un inventario en el que se incluyen los bienes que cada Estado considera susceptibles de ser incluidos en el Listado del Patrimonio de la Humanidad, incluyendo elementos culturales y naturales.
El “valor universal excepcional” de la candidatura se basó en el hecho de que la Cornisa Cantábrica constituye uno de los territorios clásicos del arte rupestre paleolítico del oeste de Europa, reuniendo en el sector comprendido entre el río Nalón, al oeste, y las cuencas de los ríos Pas y Besaya, al este, la mayor concentración de cuevas con pinturas y grabados del Paleolítico Superior.
El conjunto de las cuevas con pinturas y grabados presentado en el primer proyecto configuran una región de primer orden entre las poseedoras de las primeras manifestaciones artísticas murales de la historia de la humanidad. También se exponía que, por el número de las cavernas ornadas, su variedad iconográfica, la diversidad de técnicas y estilos, la larga duración milenaria de su complejo ciclo artístico y su remota antigüedad (superior a los 30.000 años), las cavernas de la Región Cantábrica constituyen un centro fundamental en la historia de la creatividad artística humana.
Respaldo del ICOMOS
El 15 de diciembre de 1997 tuvo lugar una reunión extraordinaria del Consejo del Patrimonio Histórico, con la presencia de miembros de ICOMOS España, en la que se estudió monográficamente la Lista Indicativa española. En dicha reunión fue aceptada la propuesta sobre el arte rupestre presentada por Asturias, Cantabria y País Vasco. El Consejo solicitó entonces que dicha candidatura fuese considerada como una Ampliación de la declaración de Altamira de 1985, por ser éste un mecanismo que ayudaría a lograr que la propuesta fuera admitida a trámite por la UNESCO.
El 5 de marzo de 2007, la UNESCO comunicó la selección de esta candidatura para su evaluación en 2008 por parte del Comité del Patrimonio Mundial, lo que significó el desarrollo durante 2007 de dicho proceso de evaluación y la inspección in situ de técnicos de ICOMOS, el organismo asesor de la UNESCO en materia de Patrimonio Cultural. En concreto, las cuevas asturianas fueron visitadas por el prehistoriador Jean Clottes a comienzos de septiembre. Fruto de esa visita fue la inclusión de La Covaciella en el listado de cavidades asturianas a incluir en el Listado del Patrimonio Mundial.
ICOMOS emitió una valoración favorable respecto a la candidatura, estimando que cumplía los distintos requisitos para las incorporaciones a la Lista del Patrimonio Mundial, caso de los criterios de integridad y autenticidad, el valor universal excepcional, el ser un testimonio único o excepcional de una tradición cultural determinada, así como el ilustrar acerca de un período significativo de la historia humana. También valora ICOMOS como correctas la protección jurídica y las medidas de protección de las distintas cuevas con arte rupestre presentes en esta propuesta.
Entornos de protección de las cuevas asturianas
En dicha evaluación se analizaron algunas cuestiones, como el estado de conservación de las cuevas, sus sistemas de gestión y todo lo relativo a la situación en la que se encuentra el entorno inmediato de estos bienes patrimoniales. A este último respecto cabe señalar que el Pleno del Consejo del Patrimonio Cultural de Asturias acordó en la reunión que celebró en Tito Bustillo el 24 de mayo de 2007 iniciar los trámites administrativos para delimitar los entornos de protección de varias cuevas asturianas, entre ellas todas las seleccionadas en esta candidatura a Patrimonio Mundial. Los correspondientes expedientes administrativos están en estos momentos en su fase final de tramitación y concluirán previsiblemente a lo largo del segundo semestre de 2008.
Concluida la fase de evaluación, en 2008 ICOMOS procedió a elevar al Comité del Patrimonio Mundial su informe sobre esta candidatura, base del acuerdo tomado por el alto organismo de la UNESCO en su asamblea general anual que se celebra en Québec.
Declaraciones de Adolfo Rodríguez Asensio
El Director General de Patrimonio Cultural, Adolfo Rodríguez Asensio, declaró tras conocer la decisión de la UNESCO que el patrimonio asturiano, y el arte paleolítico en particular, ha recibido un gran espaldarazo: “Estamos ante una noticia de gran importancia. Hasta ahora, el arte paleolítico sólo estaba representado a través de Altamira y el nuevo reconocimiento de la UNESCO supone que otras cuevas con arte rupestre, de las cuales cinco son asturianas, alcanzan el mismo rango que Altamira, a la que complementan y fortalecen desde un punto de vista científico, artístico y patrimonial. A nuestro juicio, las cinco cuevas asturianas seleccionadas son los grandes exponentes y las más representativas de las 48 con arte rupestre que hemos localizado y estudiado hasta la fecha. Cada una de ellas es absolutamente singular y en conjunto forman un grupo difícilmente igualable desde un punto de vista artístico, por su calidad técnica y por lo que significan como representantes de ese mundo de la espiritualidad de hace más de 20.000 años".
Según Rodríguez Asensio, la UNESCO acaba de reconocer “que estamos haciendo las cosas bien, que las cuevas están en buen estado y que son un bien de valor universal excepcional, lo que nos obliga a seguir manteniendo una buena política de conservación”. Además, desde un punto de vista turístico, la declaración de la UNESCO “hará más visible Asturias en otras comunidades autónomas y fuera de España”.
Rodríguez Asensio, por último, hizo una breve descripción de las cinco cuevas:
• Tito Bustillo: “Es una cueva que despierta los sentidos, en la que se combina perfectamente el mimo de la naturaleza con las manifestaciones humanas que nos han dejado ese mundo religioso, totémico y espiritual de la prehistoria”.
• La Covaciella: “Disfrutar del panel de La Covaciella y de su famosa escena de bisontes que todavía mantiene la misma frescura nos traslada a un periodo fascinante; y aunque aún siguen asomando interrogantes sobre la interpretación de las escenas que se pueden ver, al final lo que prevalece es la magia del lugar”.
• Pindal: “Visitar esta cueva es un placer en sí mismo por el lugar y el entorno; Pindal es uno de los santuarios más completos y más interesantes que dejó el hombre de aquella época”.
• La Peña: “Se trata una de nuestras grandes apuestas en materia de patrimonio. La Peña ha pasado por malos momentos, pero afortunadamente, gracias a unas política adecuadas y unas intervenciones sensatas, se ha podido sanear la cueva, y ahora La Peña entra por la puerta grande del reconocimiento del patrimonio mundial”.
• Llonín: “Es otro elemento importante de nuestro patrimonio, un lugar marcado por la espectacularidad y que se complementa a la perfección con las otras cuevas”.
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