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Guardia pretoriana en Cangas de Narcea

Resulta sorprendente la reacción de ciertos personajes de Cangas del Narcea porque Francisco Garrido, diputado del Grupo Socialista, declarara que la propuesta de autovía entre la Espina y Ponferrada no era justificable, debido a la escasa circulación existente y a su alto impacto ambiental.

29-Enero-2007 Artículo de Emilio Rabanal Menéndez



Resulta sorprendente la reacción de ciertos personajes de Cangas del Narcea porque Francisco Garrido, diputado del Grupo Socialista, declarara que la propuesta de autovía entre la Espina y Ponferrada no era justificable, debido a la escasa circulación existente y a su alto impacto ambiental. Y, señalaba además, que tampoco sería justificable la ampliación de la estación de esquí de Leitariegos, cuando todos sabemos que las circunstancias climatológicas hacen que cada vez nieve menos, a no ser que se busquen razones inmobiliarias ajenas a este deporte.

Lejos de contraponer otros argumentos, algunos de estos personajes no encuentran más civilizada respuesta que el insulto, la descalificación y la amenaza. Es lamentable que entre ellos se encuentren José Manuel Cuervo, alcalde socialista de Cangas del Narcea y Juan Carlos López, Secretario de CC.OO. del Suroccidente, máxime cuando a estas personas representan a organizaciones que supuestamente comparten una ideología de izquierda. La guinda la pone Juan Carlos López, cuando habla de una “falta total de respeto a los vecinos de Cangas”.

Es sabido que España tras las últimas décadas se ha colocado a la cabeza de Europa en autovías y autopistas construidas. No conformes con esto se emprende ahora a la desbocada y costosísima construcción de ferrocarriles de alta velocidad, con lo cual se llegará a la situación de que por cada provincia pase una infraestructura de alta capacidad, de tren o de autovía, algo sin parangón en el mundo desarrollado. Si a esto unimos el grandísimo negocio inmobiliario no nos extrañe que España sea el primer consumidor de cemento en Europa y el quinto en todo el mundo.

Con todo esto cabría esperar que cada uno de los españolitos gozaría de un bienestar también sin parangón, pues es lo que se nos promete con la construcción de cada autovía y línea del tren de alta velocidad, que el desarrollo y el bienestar vendrán de la mano. Sin embargo, la realidad se muestra terca y camina por otros derroteros, el paraíso prometido se va con el asfalto y más bien nos deja precariedad e incertidumbre. El precio de la vivienda, en propiedad o en alquiler, está disparado y sin freno, provocando un hecho sin parangón en Europa: sus jóvenes no se independizan y no es raro que prolonguen su estancia en casa paterna hasta entrada la cuarentena. A esta carestía se une el precio de la alimentación, multiplicado de una forma que muchos no entendemos qué significa la subida del IPC que se anuncia cada mes, cuando unas sardinas hoy nos pueden costar casi como el solomillo de hace siete años, lo mismo la fruta, verduras, etc. mientras muchos de los agricultores y ganaderos españoles se plantean cerrar sus explotaciones, agravado en que muchas Administraciones en sus territorios sólo buscan el futuro en el turismo y el desarrollo inmobiliario. Lo mismo podríamos decir de la carestía del transporte público y otros productos y servicios básicos. Tampoco en estos últimos años tenemos mejores cifras de empleo, sobre todo en su calidad, proliferan los contratos temporales y, bien sabrá usted, XXX, que la construcción y la hostelería ocupan los primeros puestos en precariedad, donde los empresarios apuran al máximo sus ingentes beneficios. Así vemos, que autovías, autopistas y trenes de alta velocidad no se emparejan necesariamente con el bienestar social. Más bien diría que resulta una indecencia y una inmoralidad mantener los actuales niveles de inversión de fondos públicos en costear obra civil y negocios inmobiliarios, cuando existen tantas carencias como todos sabemos en necesidades y servicios públicos básicos como vivienda, transporte, educación, sanidad, servicios sociales, atención a personas dependientes, etc.

Soy un “gilipollas urbanita” de Oviedo que, aunque urbanita, no le queda más remedio para subsistir que irse a trabajar a sitios como Cangas del Narcea, como en la pasada primavera. Estuve alojado en alquiler compartido en un piso de la calle Santa Bárbara desde donde podía ver toda la ciudad. Desde mi ventana no me cabía en la cabeza cómo demonios podrían hacer pasar una autovía por medio de esos valles y menos me explicaba la pasión de parte de sus vecinos en abrir cada día sus ventanas y contemplar la visión y el ruido de una autopista, cuando por la noche de aquellos meses tenía el privilegio de escuchar el río desde mi habitación. No me explicaba la razón de una autovía cuando muchas calles secundarias de los barrios de Oviedo poseen más tráfico que la más transitada de Cangas: la calle Uría. No me explicaba la razón de una autovía cuando recorría la carretera que me llevaba a Cangas desde Cornellana y encontraba que el tráfico era reducido hasta en las horas punta. Estoy de acuerdo en que es necesario mejorar el acceso a Cangas del Narcea, eliminar curvas, ampliar el ancho, sortear el alto de Cabruñana, con todo ello se solucionarían los problemas de comunicación. La diferencia entre una vía rápida digna y una autovía es una ingente suma de dinero que mejor podría invertirse en otras muchas necesidades, servicios y carencias existentes dentro del concejo cangués y que seguramente redundarían en mejorar la calidad de vida de sus vecinos.

Durante estas últimas décadas la fiebre inmobiliaria, la imponente inversión en obra pública, no han servido para mejorar el nivel de vida de los ciudadanos en la misma proporción y tal como se nos promete. Sí podemos asegurar que la situación medioambiental empeora y que se fomentan fenómenos perniciosos como la especulación. Inversiones que son detraídas de otros servicios públicos hoy en precario. Hora es ya de poner límites, de decir basta, de encauzar los dineros públicos en servicios y proyectos de mayor valor añadido y utilidad social. Creo que este debiera ser la actitud de cualquier militante u organización de izquierdas. La actitud mostrada por el Alcalde de Cangas del Narcea y por el Secretario de CC.OO. del Suroccidente es más propia de una guardia pretoriana del capital y del empresariado de la construcción. Pues además se permiten el lujo de insultar, amenazar y descalificar a quienes, desde su misma vertiente ideológica, les podrían dar lecciones de compromiso y honestidad.

Un cordial saludo.
Emilio Rabanal Menéndez
Miembro de la Coordinadora Ecoloxista d’Asturies

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