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OPINIÓN
9-Junio-2006 Por Emilio Rabanal |
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| Hace
unos meses algunas entidades asturianas de izquierda publicaron comunicados para evitar la
absorción de Arcelor por Mittal Steel, considerando que
Mittal no ofrecía seguridad para el futuro laboral de los trabajadores, aludiendo a la
precariedad que padecen los empleados de algunas de sus empresas. Al fin parece que evitó
este grupo europeo esta absorción a través de la fusión con la compañía rusa
Severstal. Una empresa comandada por una sóla persona, un tal Alexei Mordashev,
que además es su máximo accionista. Diera la impresión que sea muy al estilo ruso, en plan zarista, de autocracia asfixiante. Los rusos nos han dejado múltiples ejemplos en la historia de un estilo directivo despiadado y muchas veces cruel. Bajo las formas de democracia, hoy nos hallamos con un país que brilla por numerosos casos de desprecio de los derechos humanos y formas de ejercer la administración del país que rayan con lo dictatorial. Resultan espeluznantes las últimas imágenes en las que la policía rusa carga impunemente contra una manifestación de personas que reivindicaban los derechos de los colectivos homosexuales, apoyada por agresiones de los siervos de dios y de Cristo, que allí en vez de católicos se llaman ortodoxos. Deberíamos cuidarnos, las personas que nos sentimos de izquierda, en decantarnos por determinadas opciones empresariales, pues las grandes multinacionales sólo atienden al puro mercantilismo y lo último que les importa, si es que les importa algo, son las personas, los trabajadores que dejan la mayor parte de su tiempo, vida y esfuerzo en dar sentido a su realidad empresarial. Resulta un jarro de agua fría encontrarnos con las intenciones de esta nueva corporación empresarial, de buscar productos del acero competitivos y baratos, aprovechándose de los recursos y las posibilidades de los nuevos países emergentes, como Brasil, China, etc. Países donde acuden las corporaciones multinacionales de occidente sabiendo de las condiciones miserables de sus trabajadores y la mano de obra barata que suponen, así como su tolerancia de sus gobiernos hacia la esquilmación de los recursos naturales y de su medio ambiente. Una vez más, los trabajadores, el medio ambiente y el bienestar social no están entre las prioridades de las empresas. Y aún habrá algún sindicato "mayoritario" que se felicite por este acuerdo empresarial, sería bueno que nos explicasen detenidamente por qué. |
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Las empresas no entienden de personas